lunes, 25 de junio de 2007

En el aNdén...

La tomó por el brazo y la haló hacia sí mismo al tiempo en que el tren pasó a toda velocidad frente a ella. Dándose cuenta de lo que pudo haber pasado de no haberlo hecho, no pudo evitar sentirse más ligero. La chica lo miró con los ojos vidriosos y el esbozó una sonrisa que bien pudo haber querido decir "menos mal que estás bien" y trató de abrazarla. La chica hizo como si lo fuera abrazar y escuchó cómo se acercaba el siguiente tren. Estaban ahí abrazados y el piso ya vibraba por la cercanía del tren.
El se separó de ella y un momento antes de que el tren pasara, ella, la chica inocente y de mirada triste, lo tiró. Lo empujó hacia el andén y observó, ya sin esa mirada triste y vidriosa, cómo el tren pasó sobre aquel que intentó salvarla.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola, Daniel. Aquí Alberto Chimal, del curso de la UIA.

Me gusta de tu texto la limpieza de los movimientos que describe, y que hacen que todo se vuelva sumamente visible. Me gusta menos la abulia de la muchacha, que me parece poco convincente por repetida (incluyendo su traducción en impulso asesino). Estar medio muertos de hastío o de "quien sabe qué" es una costumbre muy popular ahora, pero siempre se podría bucear más profundamente en ella. Si un día tienes tiempo, asómate a El spleen de París de Charles Baudelaire.

Dejo enlace a una bitácora que he creado para el curso. Saludos.