lunes, 10 de septiembre de 2007

*ReMemBeR Me*

I really can't remember those nights with you. Maybe I don't want to remember that slippery period of my life. It may just be -remotely- that I never lived those nights at your side. I can't remember those eyes of yours, embedded with danger and peacefullness, crafted out of mere reflections of the sun in others' eyes. Maybe I don't want to remember your rather vaporeous touch over my skin, your lips, trembling and dingy, over my body. It may just be justice for justice itself, just for the sake of it. I can't, I don't want to recall that peculiar sound escaping from your throath right after we left each other back for keeps. Maybe I just don't want to run across you on my way home. Maybe I do not want to see you ever again. It may be the beckoning silence who calls. It might be an unexpected pedestrian walking across the bridges built over your twilight lit eyebrows. Possibly it is just the littleness of my heart, the empty beats it expells. Lopsidedly I stand within the sight of your bespectacled lightning, within the reach of your furious grasp and the fiery gasps.Do remember my silky smiles, encouraging you to do what you would never do, remember my glossy eyelids batting unwillingly when they came one-on-one with yours. Do leave, leave me alone now you've got what you wanted -whatever it was- and let me go. Go where? Just go. Go with the wailing waves stirring the silinces of my guided selfishness, but make me not come back to where you inhabit, for therein lies my doomness, my endlessness.


I just can't remember you now. I just remember how great you looked without your shirt. I just can't think of you any higher than of a toy. A rather gloomy, gleaming, glassy fragile toyed figurine.

*oJoS cErRaDoS*

Recorre el camposanto esquivando las tumbas,bordeando las raíces, rematando cada paso con un jadeo. Recorre todo el camino hasta ese antiguo y perenne mausoleo en el que ahora yace impasible el cuerpo. Recorre con la mirada esa obscuridad ajena, absorbente y revoltosa que te pierde entre sus faldas y suspira hieles en tu boca. Recorre el camino de la piel reseca por los años, siéntela en tu nariz, indaga tu destino. Recorre el cuerpo inherte e inherente de la vida que corre a su al rededor, en los gusanos, en la maleza que crece con la medianoche. Recorre a la luz de una débil vela el incierto rumbo de tus ancestros y por primera vez, por ultima vez, sorbo a sorbo recoje sus almas, tócalas y guarda sus rezos noctámbulos entre tus dedos para la luz que te espera a la salida. Recorre el tenue crujir de la madera pútrida bajo tu peso. Peso? Recorre ese sentimiento hasta su raíz y su regreso.Sigue los pasos hasta la cordillera de veladoras que desprenden lenguas coloridas y que danzan a tu alrededor, acosándote, acorralándote. Empieza la búsqueda de las respuestas a tus preguntas no expresadas, y por ti mismo observa que no eran preguntas y que no hay respuestas. Escoje tus medidos movimientos con precaución, pues serán tus cómplices o tus traidores acompañantes. Busca entre los tejidos rúnicos alguna pista. Algún indicio entre las hojas desleídas en los ojos de aquel cuerpo conocido y distante que reposa frío ante ti. Busca en esas hojas, en esos ojos. Esos ojos. Tus ojos. Tus mismas cejas, tu nariz, los labios gemelos. Ese rostro, tu rostro, cristalizado en la oscuridad de tu ultimo recinto, acompañándote en la inmensidad de tu muerte.

*BaiLaNdO*

Bailando escapamos de la celeridad de la noche, de la frivolidad de los invitados y de la soledad de las copas. Bailando logramos ese paso que nos llevo al futuro, al futuro de un joven hechicero y un gallardo campesino. Bailando hoy busco el error entre las silabas de los arcanos conjuros que me llevo al amor en un palacio. Bailando te preguntas en donde esta tu campo ahora y lo buscas desde la ventana.Bailando entre nuestros cuerpos, los espíritus convergen en una sola voz frenética que nos advierte y nos lanza acusaciones improbables. Bailando con ese torpe movimiento del campo, consigo hacerte dar una voltereta imposible bajo mis brazos. Bailando nos ocultamos y pasamos entre la gente como cualquier otra pareja, como dos simples personas que bailan al rededor. Bailando ese baile que te enseñan las ovejas, me conquistas mejor que el mejor de los filtros, mejor que el vino, mejor que nada, que todo. Bailando, tus ojos recorren una nueva estancia a la que llegamos, como buscando algún leve observador que pudiera ver o interrumpir. Bailando una suave melodía, tus dedos delinean el contorno de mi boca y mientras la melodía toma velocidad, tus dedos dejan de serlo y dan paso a los labios de legumbre. Bailando, esas tus manos recias e impetuosas pasan a mi cuerpo, abandonan tus sentidos y la memoria de esa preocupación de estar siendo observados se pierde y viene la adrenalina del peligro ocular. Bailando los candelabros pesados e indiscretos susurran nuestras acciones y acompañan con tintineos el movimiento con el que tus manos áridas arrojaron los despojos de tu joven petimetre y sacaron a la luz al inquieto salvaje encarcelado. Bailando, tus uñas monoliticas crean zurcos y cenizas en mi espalda descubierta y tus dientes abren los abismos perdidos en mi garganta, las grutas infranqueables en mi cuello.