Al día siguiente, al despertar, llamó de nuevo a su madre para ver si se encontraba en condiciones de responderle. Le contestó tranquila y hasta un poco alegre por la llamada. Le dijo que ella había recibido una carta de él preguntándole dónde estaba Ichabod, ella le llamó y le dijo que no tenía para qué saberlo. Ichabod se sorprendió ante este hecho, ya que no sabía que él y su madre tuvieran comunicación alguna. El le había dicho que tenía derecho a saber qué era de él y que tenía ganas de verlo. Aceptando su derrota, su madre cedió y le dio los datos del hotel donde estaría Ichabod y las fechas. Así era cómo lo había logrado. Ichabod no sabía cómo reaccionar ante esto, ciertamente no era lo que esperaba, no sabía si enojarse con su madre por haberle dado la información o si agradecérselo. Decidió esperar, ver cómo se desenvolvía todo y dejarlo correr. Si de esto resultaba algo bueno o algo malo no dependería de él, se hizo el propósito de abrirse a lo que él tuviera que decirle y a darle un breve vistazo a lo que era su vida ahora. No podía evitar sentir cierta aversión hacia él, pero finalmente, todos merecen una segunda oportunidad.
Después de arreglarse, salió del hotel pensando en que antes de hacer cualquier otra cosa debería tomar un desayuno. Comió en un tranquilo café, en donde tuvo aun más tiempo para pensar en lo que podría pasar.
Asistió en la noche al desfile de Kenzo en un edificio nuevo, de arquitectura futurista y con un cierto aire árabe. La colección no fue la mejor, Kenzo había estado presentando cosas realmente muy buenas y éste era una desviación severa. Consiguió acordar una cita con un editor de Vogue para discutir algunas opiniones en común y al salir sintió que al menos había valido la pena por eso. Al llegar al hotel, se dirigió a la recepción para preguntar si tenía correspondencia. Le entregaron un paquete considerablemente más pequeño que el pasado y se dirigió a su habitación. Abrió el paquete sobre su cama, una carta de Bloom diciéndole que llegaría a Lyon unos días más tarde junto con ViHu por que la venta del departamento se había complicado; una nota del gerente del hotel, la edición vespertina del periódico y una nueva nota de R.P.
Demain, lobby, 9,00 heures.
Ichabod sintió las palpitaciones de su corazón en su garganta, le sudaban las manos y sentía la boca seca. No sabía si asistir o no. Se tumbó aun vestido en la cama y entre pensamientos y probables frases para decir, se quedó dormido.
El lobby se le antojó más grande que de costumbre y definitivamente mucho más lleno. ¿Cómo lo iba a reconocer? Tenía años sin verlo.Recordaba su voz a la perfección, recordaba sus facciones adustas y frías, recordaba su risa burlona, sus gestos, sus ojos entrecerrados, viéndolo con decepción. Recordaba su cara, pero debió de haber cambiado, los años no pasan sin dejar rastro, en especial en una persona con carácter como el suyo.
Mientras recorría el amplio recibidor del hotel, alguien tocó levemente, casi con precaución, su espalda. Ichabod volteó y vio a un hombre con un sombrero ladeado. Su voz ronca le dijo: Bonjour, Ichabod. Se quitó el sombrero y las palabras se le congelaron en la boca. El hombre que se encontraba frente a él era Raymond Perry.